La práctica del masaje tailandés es una práctica meditativa, que influye positivamente en el practicante y en el receptor. El practicante o dador se concentra y alcanza la serenidad requerida con la que podrá elevar su sensibilidad para poder sentir los cambios energéticos en el receptor.
El masaje tailandés, por tanto, pasa a ser, de una sencilla práctica médica, a una aplicación práctica de los 4 estados sublimes del alma, que para el budismo theravada son los siguientes.
Percibir el estado metta nos permite experimentar en nosotros mismos el amor benevolente, y también la generosidad y el deseo de llevar la felicidad al prójimo.
Karina nos lleva a sentir una gran compasión y el deseo de aliviar a quienes sufren.
Por su parte mudita nos libera de la envidia y nos llena en cambio de alegría y regocijo por los éxitos que logren los demás.
Por último, en el estado upekkha sentimos un gran deseo de ayudar a todos por igual, sin importar quienes sean.
Fundamentos del masaje tailandés:
Su base se encuentra en la visión del ser humano como un todo, en la unidad del cuerpo, la mente y el espíritu, cuya armonía e integración logran alcanzarse o recuperarse con la ayuda de los masajes tailandeses, poniendo énfasis en la prevención de enfermedades.
Los masajes son una combinación de masaje y posturas de Yoga con miles de años de tradición e integran el trabajo con los puntos de digito presión que se encuentran dentro de los meridianos de la Medicina China y los nadis de la Ayurveda.
Estos masajes realizan un trabajo minucioso y muy efectivo de toda la musculatura del cuerpo a través de los meridianos o líneas energéticas (los 10 Sen). El bloqueo de estos canales provoca molestias, dolores y enfermedades. El terapeuta usa sus manos, pies y codos para aplicar presiones sobre puntos específicos a lo largo de estos canales, en combinación con suaves estiramientos y asanas de yoga. Se consigue un efecto a la vez energético y relajante.
Esto libera la capacidad autorreguladora del cuerpo, restableciendo el equilibrio, la salud y la armonía . Se trabajan las líneas energéticas del cuerpo, liberando todas las contracturas y estimulando la circulación energética por todo el organismo, por lo que al terminar el masaje se siente una inmensa sensación de energía y de relajación mental. La práctica de estos masajes mantiene aún hoy una gran conexión espiritual. Los terapeutas tradicionales empiezan su trabajo diario con una oración, recitada en Pali, en la que tienen presentes los cuatro estados de divinidad de las enseñanzas budistas: compasión, amabilidad, alegría y equilibrio.